Las posibilidades actuales de información son, nadie lo duda, inmensas (al menos para las clases medias y altas de los países industrializados). Pero habría que decir, en primer lugar, que información no es conocimiento[1], pues por sí misma la información no lleva a comprender las cosas, además de que numerosas informaciones corresponden a sucesos sin importancia desprovistos de valor o relevancia significativa. Por otro lado es obvio que gran parte de la información facilitada por los mass media es doblemente manipulada. En primer lugar se selecciona o focaliza lo que interesa; se filtra (y, por qué no decirlo, se censura con todas las de la ley) gran parte de la información, sobre todo la servida por las grandes agencias mundiales. En segundo lugar con un lenguaje sofisticado – esto es, truculento y espectacular como en los vídeo clips – que tiene su máxima expresión y alcance a través de la televisión, se busca y consigue mover los sentimientos y las conciencias del público para que vea no sólo lo que tiene que ver, sino también cómo lo debe ver[2]. Capítulo aparte merecería el tema de la publicidad como generadora de necesidades y motor del consumo a nivel mundial, como creadora de modelos con los que la gente ansía identificarse (en no pocas ocasiones a través de conductas y hábitos tan peligrosos como la violencia injustificada o la anorexia).
La tarea de adquirir primero las herramientas necesarias a través de la asimilación de información OBJETIVA va a ser un camino largo y que mejor manera de empezarlo que hablando de la INFORMACIÓN.
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