Ante la imposibilidad de crear un enlace para leer el artículo de mi compañera de experiencias este verano, copio literalmente sus palabras pensadas y escritas para el boletin de la ONG SOLMAN y con las cuales estoy totalmente de acuerdo:
LA RESPONSABILIDAD DE EUROPA EN EL FUTURO DE ÁFRICA Partiendo de la idea de que un una situación dad cada uno de los actores implicados en ella tiene su parte de responsabilidad, se trata aquí de recordar la parte que nos toca como habitantes de un país del norte. Pues cada cual en su casa sabe lo que se cuece. A menudo los temas propios de los debates sobre el desarrollo en África giran en torno a temas como la pobreza, los conflictos sociales, la escasa industrialización, la corrupción, falta de procesos democráticos, etc…Sin embargo, muy rara vez el debate se centra en el análisis de las causas de la situación socioeconómica del continente, y si por un casual se citan el comercio de esclavos y la colonización como factores determinantes no se ponen en relación directa con la situación de dependencia actual de África con respecto a Europa o EEUU. Debido a que la causa de la situación de los países africanos hay que buscarla en la propia actuación de los países europeos durante siglos y no en los anteriores, es de vital importancia dar un giro cuando hablamos sobre la situación actual de los países africanos. Por dos motivos: el primero por decencia, la que no han tenido ni tienen los dirigentes de los países del Norte, y el segundo, por la propia y egoísta supervivencia de Europa, ya que, estamos destinados, cada vez más, Norte y Sur, a compartir un mismo espacio.
LA RESPONSABILIDAD DE EUROPA EN EL FUTURO DE ÁFRICA Partiendo de la idea de que un una situación dad cada uno de los actores implicados en ella tiene su parte de responsabilidad, se trata aquí de recordar la parte que nos toca como habitantes de un país del norte. Pues cada cual en su casa sabe lo que se cuece. A menudo los temas propios de los debates sobre el desarrollo en África giran en torno a temas como la pobreza, los conflictos sociales, la escasa industrialización, la corrupción, falta de procesos democráticos, etc…Sin embargo, muy rara vez el debate se centra en el análisis de las causas de la situación socioeconómica del continente, y si por un casual se citan el comercio de esclavos y la colonización como factores determinantes no se ponen en relación directa con la situación de dependencia actual de África con respecto a Europa o EEUU. Debido a que la causa de la situación de los países africanos hay que buscarla en la propia actuación de los países europeos durante siglos y no en los anteriores, es de vital importancia dar un giro cuando hablamos sobre la situación actual de los países africanos. Por dos motivos: el primero por decencia, la que no han tenido ni tienen los dirigentes de los países del Norte, y el segundo, por la propia y egoísta supervivencia de Europa, ya que, estamos destinados, cada vez más, Norte y Sur, a compartir un mismo espacio.
Entendiendo el desarrollo como el modelo occidental de crecimiento económico y consecuencia lógica a unas condiciones históricas particulares al continente europeo, habría que empezar a plantearse ya seriamente si un modelo surgido de una historia determinada es posible ser exportado a otro contexto en el que las condiciones históricas son otras muy diferentes, ahora en el siglo XXI, pero también en el momento que se empezó a comparar dos realidades sociales distintas. El concepto de “subdesarrollo” denota dos cuestiones: primeramente que los europeos fueron capaces de analizar una realidad diferente a la suya y, en segundo lugar, denota su poca capacidad creativa a la hora de construir un concepto, el de “subdesarrollo”, a partir del que definía o describía el modelo de evolución europea, “desarrollo”. Sin embargo, desde otra perspectiva menos ingenua, esta distinción peyorativa solo da idea de la arrogancia de la actitud europea ante una realidad divergente. Es una condición necesaria para el porvenir africano la reparación de los daños causados por Europa en el continente. Partiendo de la base que una reparación íntegra nunca será posible, si es imprescindible un reconocimiento público de los daños causados, así como del retraso provocado en el desarrollo de África por parte de la civilización europea. Se adopta aquí el lenguaje neoliberal para explicar la idea de la imposibilidad de una reparación íntegra, puesto que el capital intelectual, así como el cultural son cuestiones irreversibles. En otros términos, los siglos del comercio de esclavos no pueden ya ser evitados, así como la colonización de los siglos XVIII y XIX o las políticas económicas aplicadas por el FMI y el BM a partir de las independencias. Como consecuencia es imposible una reparación física de los africanos así como de su cultura, en el sentido más amplio de este término. Para el devenir del continente africano, si es cierto que Europa quiere contribuir positivamente en él, entonces, debería asumir una serie de responsabilidades para con África. En primer lugar, es admitir su responsabilidad en la cosificación y la asfixia de este continente. Para ello no hay otra vía que la de reconocer públicamente el daño cometido, pedir perdón y manifestar un rechazo por lo ocurrido; como hizo Alemania después de la Segunda Guerra Mundial. El reconocimiento de responsabilidades no sería más que la condición necesaria para comenzar a contribuir a la reparación psicológica de los africanos, así como comenzar a dignificar la cultura de los mismos y devolver la autoconfianza y autoestima para que el continente africano sea de nuevo sujeto de su propia historia y no objeto de la historia de Occidente ( Ki-Zerbo). La puesta en público del daño causado no sería más que un gesto de decencia, llamando a las cosas por su nombre y evitar el uso de hipérboles. Sobre todo cuando un país como España ha incluido en su política de cooperación a países prioritarios como Senegal, Malí, etc…debido a los grandes flujos migratorios provenientes de estos países. Por otra parte, otra condición necesaria es el cambio de discurso de los países ex colonizadores que a partir de las independencias en los años 60 comienzan a practicar la solidaridad en forma de ayuda económica a través de distintos planes estructurales y de cooperación al desarrollo. No es que con un alto sentido de la responsabilidad y de la solidaridad, que Europa comienza todo el entramado de la cooperación internacional. De manera que un cambio de visión de 180 grados es necesario para que Europa se salve a sí misma, pues somos testigos de que los modelos de desarrollo actual no está produciendo los efectos esperados. Prueba de ello es que cada cierto tiempo se le cambia el adjetivo que lo acompaña. El más reciente es “sostenible” adoptado desde 1992 en Río de Janeiro, así hablamos de “desarrollo sostenible”. Esta necesidad de modificación del modelo de desarrollo denota las fallas del modelo en sí mismo (Latouche).
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