PARA INICIAR LAS SESIONES DIARIAS
DE EL CLUB DE LOS MAESTROS MUERTOS.
Tomar aire frente a la ventana
de par en par abierta,
saludar al pinar
y guiñar a la nube que pasa.
Salir pitando por el pasillo,
abrir la puerta de un golpe
y, tras los buenas días,
poner los pies debidamente
sobre la mesa, apretar fuerte
y, mirando al sur, gritar:
"Capitán, mi capitán...
yo te prometo
que en el día de hoy
no me dejaré hacer cautivo
nada más que por la belleza,
que maldito sea para siempre
si me dejo desarmar
de la fe en mis poetas,
y condenado a galeras sea
si no consigo sembrar
un jazmín en el desierto.
Que estoy dispuesto a vivir
únicamente por ver izada
la bandera de mi libertad..."
Y, acto seguido,
con diez cañones por banda,
viento en popa a toda vela
poner rumbo hacia el país
de Alicia y sus maravillas,
hacia Macondo, Lilliput o Samarkanda,
hacia las Tierras Vírgenes del Sur
en pos de ser el primero en desnudarlas
con un verso en la mirada.
ANTONIO MONTERROSO
DELICIOSA POESIA VISUAL
DE EL CLUB DE LOS MAESTROS MUERTOS.
Tomar aire frente a la ventana
de par en par abierta,
saludar al pinar
y guiñar a la nube que pasa.
Salir pitando por el pasillo,
abrir la puerta de un golpe
y, tras los buenas días,
poner los pies debidamente
sobre la mesa, apretar fuerte
y, mirando al sur, gritar:
"Capitán, mi capitán...
yo te prometo
que en el día de hoy
no me dejaré hacer cautivo
nada más que por la belleza,
que maldito sea para siempre
si me dejo desarmar
de la fe en mis poetas,
y condenado a galeras sea
si no consigo sembrar
un jazmín en el desierto.
Que estoy dispuesto a vivir
únicamente por ver izada
la bandera de mi libertad..."
Y, acto seguido,
con diez cañones por banda,
viento en popa a toda vela
poner rumbo hacia el país
de Alicia y sus maravillas,
hacia Macondo, Lilliput o Samarkanda,
hacia las Tierras Vírgenes del Sur
en pos de ser el primero en desnudarlas
con un verso en la mirada.
ANTONIO MONTERROSO
DELICIOSA POESIA VISUAL
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