El dolor se escondió tras la indiferencia
El martes se vistió simplemente
con un par de pendientes
cristal de lágrima.
Fue su hermana, la despedida,
la que la llamó el miércoles
para pasear de la mano.
El jueves se calzó
botas de tachuelas de ira,
y se tomó de un trago
el café del viernes
sin endulzar, bien amargo.
Pero, al fin, apareció el sábado y el domingo
y se pudo mirar en el espejo
amando todos aquellos días.
(ilustración de Sveta)
(ilustración de Sveta)
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