Mis bragas siguen en las zapatillas
desde el día anterior.
Sólo quiero pensar en el sexo de mis inicios.
Las hebras de mi cabeza
caen con los primeros sueños de la mañana.
Esta rodilla inflexible nunca me ha dejado disfrutar al 100%
de mi vida.
El combate entre los púgiles
comenzó a las 8:30 de la mañana:
culpabilidad entre las escasa dedicación a mis progenitores versus
no verlos nunca más.
Las estadísticas que operan en mi rodilla y en mi cabeza
tan sólo son rectas y curvas sistematizadas en números.
Yo nunca he sido una mujer de probabilidades.
A veces, es Matisse el enanito bueno
que brota de mi cabeza
y sumerge a las matemáticas y la vida exacta, perfecta
en su pecera de peces rojos.
desde el día anterior.
Sólo quiero pensar en el sexo de mis inicios.
Las hebras de mi cabeza
caen con los primeros sueños de la mañana.
Esta rodilla inflexible nunca me ha dejado disfrutar al 100%
de mi vida.
El combate entre los púgiles
comenzó a las 8:30 de la mañana:
culpabilidad entre las escasa dedicación a mis progenitores versus
no verlos nunca más.
Las estadísticas que operan en mi rodilla y en mi cabeza
tan sólo son rectas y curvas sistematizadas en números.
Yo nunca he sido una mujer de probabilidades.
A veces, es Matisse el enanito bueno
que brota de mi cabeza
y sumerge a las matemáticas y la vida exacta, perfecta
en su pecera de peces rojos.
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